La gran apuesta del cine argentino para estas vacaciones de invierno llega de la mano del calor. Se trata de “Bañeros 4: los rompeolas”, una nueva entrega de la serie de películas que comenzó en un muy lejano 1987 y tuvo muchos años de ausencia, repleta de gags, chistes fáciles, imitaciones y mujeres bellas con minúsculas bikinis, todo mezclado en dosis justas para que calce en la calificación sin restricciones y que sea apta para todo público.
Así, mientras los más chicos podrán divertirse con las bromas y los juegos visuales, los padres se deleitarán con los cuerpos de Karina Jelinek, Luciana Salazar y Stefanía Xipolitakis, en una suerte de competencia por alzarse con el trofeo de Pamela Anderson vernácula.
Los nuevos bañeros están encabezados por el veterano Emilio Disi, reverenciado por todos sus colegas como el jefe de la compañía actoral y el testimonio viviente del inicio de la saga. La historia se remite a lo mínimo, como una excusa para el desarrollo de la comedia: son contratados por la dueña de un balneario para que se enfrenten con un malvado empresario que busca quedarse con todo el negocio y sin respetar la naturaleza, a quien enfrentarán en un desafío final en el Aquarium de Mar del Plata (publicidad encubierta mediante), donde se filmó la película en el gélido mes de marzo.
La presentación oficial de la película fue el martes en el marplatense teatro Auditorium con la presencia de la mayor parte del elenco, aunque sin Salazar, emocionalmente convaleciente de su ruptura con Martín Redrado. Para enmarcar el estreno en el tiempo futbolero que se vive, los actores y actrices entraron cantando: “Mardel decime que se siente, tener a los bañeros acá...”.
Disi auguró a la agencia Télam que Bañeros 4 será “la película de la década”. “Lo más difícil es hacer el humor blanco y que el público se divierta. Con los bañeros se han reído distintas generaciones, forma parte de la renovación del humor y de la alegría”, dijo.